miércoles, 3 de marzo de 2010

Nostalgia


La ciudad atraviesa y encarcela los espacios con la dureza del hierro.
Al anochecer los pájaros cantan con desesperación sobre las ramas de los pocos árboles que quedan y hoy, oscurecido ya, un hombre de color indefinido, solo, agarrado a la barandilla del río pestilente, lanzaba su canto a plena voz, para nadie, en tonos extrangeros, con palabras extrangeras.
Y me entró una nostalgia de antílopes y leones en libertad, de baobabs infinitos, de cielos sin encarcelar.
Quizá logremos, a fuerza de ir contra natura, que todo vuelva a ser como estaba.

1 comentario:

Carlos Trenor dijo...

Dura dura,Sol.
Me gusta.