viernes, 6 de agosto de 2010

Desde la viña



Mientras caminaba por el Bouzón les vi. Ellos iban dentro de un coche dando frenadas y acelerones, haciendo mucho ruido motor, ajenos al mundo, la mirada perdida en los objetivos de satisfacción inmediata de sus apetencias. Uno me miró desde su pensamiento pequeñito y no me vio.

Al poco empezó a alzarse la columna de humo en el monte Sobareiro, cuatro focos simultaneos, 18 hectareas abrasadas, visto uno de los incediarios desde el barco de faena que regresaba...
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Quizá no fueron ellos, pero seguro que fue esa mirada. Se puede vivir mentalmente en un juego de rol, ajeno a las consecuencias reales de destrucción y muerte que generan sus reglas.

Hiroshima mon amour

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