lunes, 19 de julio de 2010

Capítulo 1º

Estoy en el salón de mi casa, anochece y vagamente empieza a desaparecer la pared de enfrente.
Por sorpresa, del otro lado no está el cuarto del vecino, sino un mandarino , repleto de hojas, rechoncho, con las mandarinas incipientes, pequeñas y verdes. Al lado un limonero, un poco mas despoblado, con limones que amarillean y cuelgan como las bolas del árbol de Navidad. Detrás de ambos revolotean los zarcillos de una viña recién sulfatada y mas allá la oscuridad, la noche, el silencio. Sigo sentada en el sofá contemplando y escuchando. El mandarino me da frondosa conversación, cae un limón como dando la hora, lo verde oscuro me acoge en su color húmedo, musgoso. Desaparezco como la pared, derretida en trébol y en fin, mi cometido en la huerta es servir de refugio a una luciérnaga.

4 comentarios:

Amio Cajander dijo...

en el frescor del sotobosque aguardo... si, soy yo, esa espiguilla que tiene encima una gotita de rocío

Sun Iou Miou dijo...

Se me ha prendido en la palma de las manos el olor a limón e mandarina.

ella dijo...

Amio, te llegará el turno, comienza mi transmutación hortícola. Anoto lo de la espiguilla con gota de rocío; inspirador...

ella dijo...

Son Iou, tu si que lo tienes prendido en tus manos siempre que quieres, yo solo cuando puedo.